Hace 30 años nació la serie sucesora de la Gran Clase de BMW, que se convertiría en un sinónimo de lujo, elegancia e innovación: se trata del Serie 7 de BMW. Recurriendo a la base tecnológica del gran serie 6 Coupé, lanzado en 1976 con una línea obra del jefe de diseño de BMW Paul Bracq, la firma bávara consiguió crear un coche mayor que su predecesor, pero que mantenía las características dinámicas que distinguen a la marca. Las suaves superficies del capó y el maletero, los cortos voladizos y la baja línea de cintura garantizaban una excelente visibilidad para los ocupantes. Además la superficie acristalada era un 11% más extensa que en el modelo predecesor. Con el nuevo serie 7, que se une a los Series 3, 5 y 6, BMW completaba una gama de vehículos cuyo parentesco es inmediatamente reconocible gracias a sus diseños, parecidos pero distintivos. Al principio los clientes podían elegir entre tres modelos: el 2.8 (728), el 3.0 (730) y el 3.2 litros (733i), con 170, 184 y 197 CV respectivamente. El BMW 728 podía presumir de un equipamiento de serie que incluía dirección asistencia variable con la velocidad, un sistema de frenos de doble circuito en diagonal, disco de freno delanteros autoventilados, un nuevo servofreno hidráulico, parabrisas laminado, columna de dirección ajustable, un asiento regulable en altura y un retrovisor exterior ajustable eléctricamente. Todo un clásico en activo, rival de los Mercedes Clase S o los Audi A8 para el que ya se anuncia para el próximo año una nueva actualización de este modelo. Mas información en BMW. Desde Santiago de Compostela.
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