Enzo Ferrari no quería un modelo de Gran Turismo con el motor en posición central trasera. En el Salón de París de 1965, se convirtió en un hecho consumado. El Dino tuvo una gestación larga y laboriosa, en el cual influyeron, en parte, los dramáticos acontecimientos que llevaron a la desaparición en 1956 de Dino Ferrari, el joven hijo de Enzo, que padecía una enfermedad incurable. Su empeño en la fábrica se había traducido en el apoyo apasionado al proyecto de Vittorio Jano. Se trataba de un motor V6 de 1,5 litros de cilindrada, destinado al monoplaza 156 de Fórmula 2 para la temporada 1957. Sobre la misma arquitectura de base del motor, que era potente y compacto, se desarrollaron posteriormente versiones de mayor cilindrada que conquistaron una larga serie de victorias, ya sea en F1, F2 o en la categoría Sport. Fue en particular el Dino 206 SP, el pequeño gran Ferrari, como se le conocía, el que ayudo a abrir las puertas para que un Coupé de nueva generación con motor central posterior pudiese entrar en la gama Ferrari. Éste era un coche que Pininfarina quería realizar como prototipo experimental, aunque Enzo Ferrari se declaraba contrario a esta arquitectura para un coche de calle. En el Salón de Turín de 1966 se presentó una versión más evolucionada hasta que llego en 1967 concretamente en el salón de Francfort el Dino 206 Competizione sobre el cual los diseñadores de Pininfarina introdujeron numerosas y audaces innovaciones estilísticas que se verían más adelante en los Ferrari de motor V8. El Dino Competizione se distingue por sus lineas redondas y notablemente en este sentido los marcados pasos de ruedas. Pero el Dino 206 Competizione destaca sobre todo por las soluciones adoptadas por el frontal, bajo y plano, y por la forma del habitáculo que preside un parabrisas panorámico al que se accede por unas puertas tipo ala de gaviota. Para rematar tanto en la zaga como delante , dos alerones regulables de color negro rompen con el amarillo del coche. Todo un clásico de Ferrari. Desde Santiago de Compostela.
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